Ni haciéndolo bien, lo disfrutamos

El otro día por fin resolvimos un problema en el trabajo.

Un problema que estaba enconado.

No dábamos con la solución. Y eso que mi compañero llevaba unos días dándole vueltas.

Incluso a él le presionaban diciendo que lo dejase como estaba, que la solución que estaba buscando no tenía sentido.

Él se empeñó en que algo debía haber mal. Al fin lo encontró.

¿Y hubo alegría?

Desde luego, yo estaba como unas castañuelas. Y como su compañero, quería que él celebrase su logro.

Sin embargo, él no estaba contento. Pensaba que debió descubrirlo antes…

¡Maldita exigencia! Yo tengo claro que dio el máximo.  

Quería descubrir la solución al problema cuanto antes.

Y su nivel de excelencia no le permitió descubrirlo hasta ese día.

Debemos disfrutar más. Sufrir menos.

Saber diferenciar entre la exigencia y la excelencia.

Muchas personas dicen con orgullo que son muy exigentes consigo mismos.

¿Qué significa exactamente eso?

La perfección no existe. De eso sí que estoy seguro.

Así que me quedo con dar lo máximo de mí.

Estar convencido de que puse toda la carne en el asador para resolver cualquier tema.

Ser EXCELENTE.

Dime tú si prefieres tratarte desde la EXIGENCIA o desde la EXCELENCIA.

Rafa

Conviértete en alguien EXCELENTE gracias los HÁBITOS con ayuda de este regalo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio